Los críticos contraatacan. Enzensberger


Las propuestas del ensayo de Enzensberger han levantado, inmediatamente, la polémica. Le Monde lo consideró una lastimosa capitulación del pensamiento. André Glucksmann (casi en el papel del fariseo) ridiculizó los descubrimientos de Enzensberger preguntándose cómo una trivialidad así es tratada como una sensación. En el Süddeutsche Zeitung, un historiador tituló: ‘Guerra civil en el supermercado’; para ironizar después, ya más agriamente, sobre este puré intelectual al que no le falta ingrediente (Hobbes, C. Schmitt, H. Arendt). Según el crítico, por vistosas que sean las tesis de Enzensberger, tienen poco poder explicativo: si se habla de violencia endógena, hay que analizar las causas sociales de esa violencia en vez de usarla como axioma explicativo.El exquisito crítico del Die Zéit, voz de la nueva crítica, descubre en el antes izquierdista Enzensberger la frialdad de la mirada despiadada. Y echa en falta su vieja agudeza: sus tesis son poco más que un editorialismo de calidad, lleno de sarcasmos y maldades, sugestivas pero sin fondo, atrevidas pero sin sustancia. Para ese crítico, el gran mérito de Enzensberger sigue siendo la destrucción inteligente de ideologías ilusorias, pero en ningún otro ensayo su voz había sido tan grosera y polémica, ni se había alejado más de un humanismo ilustrado.

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Este artículo apareció en la edición impresa de El País el Domingo, 28 de noviembre de 1993


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